Corazón contento

Cómo llegó la torta galesa a la Patagonia

La historia de la inmigración que cambió el paladar de Esquel y Trevelín.

¿Sabías que la torta galesa no llegó a la Patagonia sino que nació en ella? La historia comenzó hace 155 años cuando 153 colonos galeses salieron del puerto de Liverpool hacia la costa atlántica de Chubut. Eran 28 parejas, 52 niños, 33 varones solteros o viudos y 12 mujeres solteras los que se aventuraron en el barco “Velero Mimosa” para radicarse a doce mil kilómetros de su tierra. Los traían las ganas de liberarse de la opresión del gobierno británico que les impedía hablar su lengua y practicar sus tradiciones.

Tenían la promesa del gobierno argentino de que les darían tierras para asentarse y que aquí podrían conservar sus costumbres. El hito marcó el futuro de esta parte de la Argentina: la gastronomía, las palabras, los apellidos y la arquitectura de Esquel y Trevelín no serían las mismas si esa gente no hubiera cruzado de un continente a otro en un viaje que duró 63 días. El punto es que ellos creían que su nueva tierra sería una especie de paraíso donde podrían desarrollar una próspera agricultura pero cuando llegaron se encontraron con un clima frío y hostil y un suelo árido.

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Al bajar del barco, pisaron el Golfo Nuevo, en el noreste de Chubut, próximo a Puerto Madryn. El viento no dejaba de soplar, el paisaje era desértico y despoblado y tampoco había agua dulce. Igual se instalaron y empezaron a construir canales de riego desde el río Chubut. Algunos fueron a buscar mejor suerte en el norte y en el sur.

Pero recién veinte años después, en 1885, un grupo se animó a una expedición a caballo que cruzó toda la provincia, desde la costa hacia la cordillera. Ese fue el destino que les habían marcado los tehuelches que conocían palmo a palmo la región y sabían que en el otro otro extremo de la provincia había mejores condiciones de vida. Finalmente los galeses llegaron a lo que denominaron “Cwm Hyfryd” (Valle Encantador) y que hoy se conoce como Valle 16 de Octubre. Cada expedicionario tuvo un terreno y se asentó con su familia. Así nacieron las ciudades de Esquel y Trevelin.

La que conocemos como “torta galesa” o “torta negra” vio la luz cuando las mujeres galesas que se instalaron en Esquel crearon una receta muy nutritiva para alimentar a los hombres después de días de trabajo a muy baja temperatura.

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La cocinaban con lo poco que tenían: en una lata, adentro de fogones abiertos. Tuvieron que ingeniárselas para que durara el mayor tiempo que se pudiera y mezclando ingredientes lograron una fórmula que se conserva durante meses. Lo que se tejió desde entonces es una red que entrelazó los hilos de Gales, con el de los pueblos originarios y el de nuevas migraciones. Por eso, todavía hoy cuando se casan los chubutenses suelen hacer una torta galesa como base de la torta de bodas y la tradición indica que ese pastel debe permanecer envuelto en papel aluminio para comerlo en el primer aniversario de la pareja.

A su vez, el emblemático té galés es una ceremonia que sigue viva: se toma con un chorrito de leche, se acompaña con pan casero cortado en finas capas y manteca, escones con toda clase de dulces, quesos y tartas de frutas. Entre Gales y el oeste de Chubut hay más de doce mil kilómetros de distancia. Pero como te darás cuenta, los olores y los sabores forman un puente.

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