Al calor del fuego

Lo que no sabías de la pimienta

Es infaltable en todas las alacenas. Pero no te imaginás la historia que tiene detrás. La especia potente que conquistó al mundo.

Podés tener la heladera casi vacía pero es raro que te quedes sin la reina de las especias. Seguramente te vas a sorprender de saber que ese polvito o esos granitos (si la usás con un molinillo) vienen resistiendo al paso del tiempo sin que envejezca su protagonismo y que además fue considerado valioso como el oro. Vayamos por partes: la pimienta viene haciendo estornudar a las personas hace miles de años. La planta es originaria de la India y desde allí fue llegando a Malasia, Indonesia y Egipto, llevada por los fenicios, para quienes tenían también un uso medicinal. ¿Sabés cómo los historiadores comprobaron que la pimienta era parte del antiguo Egipto? ¡Porque encontraron pimienta negra en el relleno de la nariz de la momia de Ramsés II y algunos granos en su estómago! Ramsés II murió 1213 años antes de Cristo y parece que ya por entonces los egipcios conocían las propiedades conservantes de los granos y por eso la utilizaron en el proceso de momificación. Cientos de años después, la pimienta fue usada para curar y conservar las carnes o los embutidos y también como un condimento para disimular el sabor de los alimentos que no estaban muy frescos.

A Europa habría llegado cinco siglos antes de Cristo. Resulta que los griegos y los romanos la describían como un medicamento bueno para el estómago, para abrir el apetito y estornudar. También le adjudicaban propiedades afrodisíacas. Una muestra de su importancia es que el emperador Domiciano, quien gobernó el Imperio Romano desde el año 81 hasta el 96, construyó un mercado específicamente para las especias y lo llamó “Horrea Piperataria”, que en latín significa “graneros de pimienta”.

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La pimienta pronto se adueñó del paladar de todos. La prueba de eso es que en el primer recetario de la historia, escrito por Apicio, un cocinero romano del siglo I (¡sí, del siglo I!), el 75 por ciento de las preparaciones tenía pimienta. Pero, además, en aquel tiempo y por cientos de años, era tan cara que funcionaba como una especie de moneda. Cuando los godos pidieron un rescate a Roma en el año 408, exigieron como tributo más de 1300 kilos de pimienta, además de oro, plata y túnicas de seda. En la edad media la pimienta se ofrecía como dote en los matrimonios o como pago en rescates y multas judiciales, compraban esclavos o pagaban alquileres, impuestos y sueldos con estos granos. La medida de referencia era “una libra de pimienta”, lo que representa poco menos que medio kilo. Y claro que al ser muy costosa, no faltaban los vendedores tramposos que la mezclaban con enebro o mirto e incluso ¡con ralladura de plomo! También había falsas pimientas, como la de Guinea, llamada “granos del paraíso”, que eran un sustituto más barato para condimentar los platos.

Los libros cuentan que en el siglo XV hubo grandes batallas por dominar las rutas en las que se comercializaba. En el siglo XVIII, cuando el comercio se hizo más fluido, bajaron los precios y quedó al alcance de la mayoría. Hay un dato muy curioso: una reconocida marca de autos mucho antes de producir vehículos con cuatro ruedas, en 1874, empezó a hacer molinillos de pimienta. ¿Te preguntás cómo llegaron del condimento a la ruta? Es que los dueños de la empresa, Jean Pierre y Jean Frédéric Peugeot, heredaron un molino y lo transformaron en una fundición de acero que, entre otros productos, fabricaban molinillos y pimenteros. Recién en 1890 largaron a la venta el primer automóvil y todavía hoy la marca tiene un gran catálogo de molinillos y pimenteros de diseño.

En definitiva, la pimienta es la especia más utilizada desde la antigüedad y más consumida en todo el mundo. Algo más: nada tiene que ver con el llamado “gas pimienta”, porque ése está hecho con la capsaicina que es una sustancia que se extrae del ají picante. Ahora ya sabés todo lo que entra en un grano de pimienta.

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